Los olvidados

22 de marzo de 2020

El libro del Tedio - José Ardila.




Alguna vez, en uno de esos frensí consumistas que coincide con el pago del asalariado, en una muy luminosa librería tuve una revelación: “soy un ignorante de los movimientos literarios y autores nacionales”.

Por un instante quise encontrar un escudo en la amplitud de la ignorancia, me reconfortó por un instante no tener idea de literatura japonesa, africana, panameña, mauriciana, etc.  Pero, luego, cuando llegaba a la caja, con unos cuantos libros de rimbombantes y conocidos autores escuché en mi cabeza un deslucido himno nacional, el olor a tierra húmeda me impregnó y el cargo de conciencia de no conocer mayor cosa de los autores más inmediatos me espantó.  De inmediato cambié mi dosis personal, entre en el suministro un libro del editorial “angosta”, colección lince, me cautivo con su nombre “El libro del tedio”.

Como temática está el apabullante sentimiento de tedio, sobre el aburrimiento que nos  acompaña a todos. Pero no hay que equivocarse, el libro no tiene nada de aburrido, es vivaz, lleno de momentos de humor, de situaciones que uno mismo ha vivido y que en su momento lo llevaban a uno hasta la ira pero que tiempo después causan un poco de gracia por lo ridículas, otras veces la ira persiste y ahí sabemos que somos resentidos.  Volviendo al libro, cada historia logra arrancarnos del tedio diario con su narrativa, es como si se rompiera un cristal que es esta realidad.

El libro abarca algunos escenarios que podrían calificarse de tediosos: la familia, el trabajo, y las relaciones amorosas.  La manera en que se aborda cada narración logra enganchar al lector rápidamente, logra identificar el “hecho tedioso”, por llamarlo de alguna manera, y pasa con solvencia a resolver la historia con soltura y frescura.  

Está conformado por 12 cuentos: La casa, el silencio de Bernarda, Tres Jardines, Este pequeño negocio, La herencia, la calva de papá, las formas de esperar, una cazuela de pescado por favor, mudanza, vida pico, una carrera brillante, zona confort.  Algo que destaco del libro es que sus cuentos no se repiten, no son más de lo mismo o de lo que logró ser un buen resultado.

Puede que me dispare en un pie con esta afirmación pero al leerlo encontré un tufo a Julio Cortázar, puede ser por mi inmensa ignorancia y amplia falta de criterio para juzgar la literatura, pero me llené de gusto al leerlo.  El primer cuento: “La casa”, sobre ese hogar que va creciendo en personas y reduciendo en espacio, por momentos me trajo a la memoria casa tomada, de una buena manera; un detalle supremamente fresco en el cuento son los gatos y la guerra que la abuela les declaró.  

Sea este el momento de iterar que este blog no tiene como objetivo hacer reseñas profundas y por pormenorizadas de las obras, simplemente espera presentar un texto para que quien llegue a leerlas pueda interesarse en el autor o en el libro, una pretenciosa intención para escritos desprevenidos.  

Entre los cuentos que más me satisfacen, como lector desprevenido, que me deleitaron como un soldado más del tedio de la vida, resalto los siguientes: la calva de papá; por momentos me pregunto qué tanto puede ser parte de una narración familiar; mudanza; vida pico, me encantó ver el metro y la aglomeración casi como un monstruo de Miyazaki; una carrera brillante, porque es el mejor ejemplo del burócrata que todos señalan no ser hasta que lo vemos en los espejos; y una mención especial para las formas de esperar, hermoso cuento, muy bien logrado 


Este librito, amarillo y pequeño, es el cuento latinoamericano, sigue vivo como en su boom. Cosa que me llena de ilusión y alegría. 

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