Los olvidados

18 de diciembre de 2019

La melancolía de los feos / Mario Mendoza


Esta entrada es la primera de un autor colombiano, Mario Mendoza.  Es también, la primera de sus obras que leo y espero poder leer otras entregas del novelista porque disfrute mucho de su estilo simple, claro, directo y fresco.


Nadie me pregunta, pero a continuación contaré cómo llegué al libro. En ocasiones, mientras adelantó labores de buen burócrata, rutinarias y mecánicas,  labor odiosa pero que todo servidor público encuentra en su camino, me gusta escuchar entrevistas. Gracias al algoritmo de YouTube a la hora de almuerzo seleccione algunas y con un poco de desconfianza agregue a la cola una de Laud Estéreo a Mario Mendoza, de quien para ese entonces no sabía más que era él el autor de Satanás,  pero no sabía por qué había decidido narrar esa historia o alguna cosa adicional sobre su historia.


A continuación les dejo el link para que de llegar a sentirse intrigados puedan verla: https://youtu.be/mYeIdjC26vQ.  La entrevista es amena, cuenta varias historias y reflexiones del autor.  Disfrute mucho de ella y decidí leer algo de él, si bien la historia que narra sobre "Satanás" es muy interesante al ver la oferta existente en Amazon para la Kindle me decidí por la melancolía de los feos, me identifiqué como uno.


Si bien podría hacer una presentación simplona diciendo que se trata de una narración en la que un psiquiatra desilusionado de la vida reencuentra el camino tras la llegada de unas cartas que un misterioso amigo le allega, creo que no llegaría a ser justo, pero tampoco es el propósito de este blog hacer un descuartizamiento de la historia del libro.


El texto refiere a manera de epístola el crecimiento de Alfonso Rivas, nacido con malformaciones físicas como resultado de la ingesta de algunos medicamentos psiquiátricos por la madre en el periodo de gestación, pasa por describir la soledad y miedo de un niño que debe crecer en un ambiente lúgubre, donde la madre no lo reconoce desde la lejanía de la locura, el cariño de la abuela y de uno tío que se siente lejano o artificial, y la fealdad física lo condena a ser una criatura aislada e incomprendida. 


 El primer bálsamo para las quemaduras del infierno que vive el niño deforme se encuentra en las expediciones nocturnas al parque con su tío, donde en un escenario solitario, de algún parque en Bogotá o de cualquier ciudad, un niño disfruta de correr y jugar solitario.  Un bálsamo que parece en un chiste. Sin embargo, al ingresar el personaje de Leon Soler, llega un poco de luz al lúgubre cuadro, porque en una narración ligera y llena de frescura se presenta el crecimiento de un amor platónico, amor que dura solo un poco porque la vida se encarga de separarlos, cada uno toma su sendero y por un tiempo cada uno olvida al otro.


 Durante tal separación,  adolescencia e inicio de la adultez de Rivas, comienza el descenso por una fétida senda hacia el pandemonio, drogas, prostitución, alcohol y el cuestionamientos sobre el amor a la fealdad encarnada.  En mi opinión, es la mejor parte de la narración, las andadas por los burdeles y la decadencia del personaje le otorgan dinamismo y frescura a la narración, pero ello es accesorio, el núcleo de sabor en este caramelo está en las reflexiones que se hace el personaje.  


La siguiente parte del libro, donde hay un renacer del personaje que a veces se confunde con un poco de megalomanía es bien entretenida por la angustia de León quien espera que su amigo de infancia se convierta en un monstruo vengativo


El cierre del libro haciendo referencia a la mitología griega y a la llegada del viajero al hogar, fue muy agradable, de hecho me pareció algo bello.  El héroe, luego de una aventura y sus peripecias, que en esta narración son seguir la vida de otro, entiende que ha llegado a casa y el viaje que se emprende hacia el mito a veces debe hacerse en una falsa soledad, porque siempre alguien nos arrebata de estar enterrado en nuestras aburridas realidades y emprender el viaje.

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